Entrevista a Woody Allen



Ha explorado las relaciones humanas en todas sus películas ¿Cuáles son las respuestas que ha encontrado?

[...] Barcelona es una ciudad hermosa, hay mucha luz, la música es muy bella y los actores también lo son. Sin embargo, los personajes de Javier y Penélope no pueden estar juntos, pero tampoco pueden vivir separados, por lo que se sienten permanentemente insatisfechos. Lo mismo pasa con el personaje de Scarlett Johansson, que sufre de una insatisfacción permanente, ya que desea algo pero no sabe qué es, de modo que jamás logra encontrarlo. Nunca nada logrará contentarla porque no sabe qué es lo que necesita, pero el problema está en ella. El personaje de Rebecca Hall va a casarse, sabe que le espera una vida aceptable y tranquila, sin altibajos, que de alguna forma será como la que tiene el personaje de Patricia Clarkson. Siempre tendrá la sensación de que ha perdido ciertas oportunidades en la vida. La verdad es que tengo una visión pesimista de las relaciones amorosas. Mi visión es que uno puede hablar sobre eso con sus amigos, hacer conjeturas, planificar estrategias o ir al terapeuta. Puedes ir a ver al consejero matrimonial, tomar medicamenos o hacer todo lo que se pueda, pero en definitiva es sólo una cuestión de suerte. Esa es la pura verdad, sólo pasa por la suerte.

¿Cómo logra crear personajes femeninos tan eficaces en sus películas?

Es curioso, porque en la primera parte de mi carrera nunca fui capaz de escribir buenos papeles femeninos. No lo logré en mis primeras dos películas, tampoco cuando escribía mi espectáculo de cabaret, ni cuando hacía sketches para televisión. Siempre me concentré en el punto de vista masculino. Trabajé de esa forma durante un tiempo, y de hecho la gente me lo comentaba. Luego, trabajé con Diane Keaton en "Sueños de seductor" y comencé a salir con ella, nos fuimos a vivir juntos y estuvimos muy unidos. De esa forma, a través de una especie de osmosis socrática, empecé a escribir papeles femeninos. Comencé escribiendo para Diane, y así descubrí que era capaz de hacerlo. A partir de ese momento, de alguna manera escribí sólo papeles para mujeres. Me refiero a que empecé a hacerlo con mayor frecuencia, hasta que me especialicé en eso. Me gustan las mujeres y disfruto con la compañía femenina. De hecho, la persona con la que hago el montaje, mis ayudantes en la sala de montaje, mis encargadas de prensa y mi productora, son todas mujeres. Su presencia me estimula mucho. Además, por alguna razón me resulta interesante escribir sobre ellas. Aunque también me gustan los papeles masculinos, la verdad es que pongo todo mi corazón sólo cuando escribo para ellas. Lo cierto es que no puedo olvidar esta transición desde una completa incapacidad para escribir papeles femeninos, cuando sólo era capaz de imaginar mujeres unidimensionales, hasta que comencé a escribir para ellas constantemente y adquirí la capacidad de crear personajes que resultaran creíbles. Con el paso de los años he escrito muchos personajes femeninos que llegaron a ser algunos de los más interesantes que he creado en mi carrera.

¿Fue complicado para usted como guionista escribir sobre tres personajes culturalmente tan diversos?

No fue para nada complicado. Siempre tuve una idea para hacer una película sobre dos mujeres que un verano se iban juntas de vacaciones. Alguien me llamó de Barcelona para preguntarme si me interesaba la idea de hacer una película allí si la financiaban. Esa siempre es la parte más difícil de hacer una película. Escribirla, dirigirla y todo lo demás es fácil comparado con lo complicado que es conseguir el dinero para rodarla. Por lo tanto les dije que sí, que aceptaba la oferta. Una o dos semanas después recibí una llamada de Penélope Cruz. No la conocía, quería encontrarse conmigo y estaba en Nueva York. Sólo la había visto en "Volver". Me pareció fantástica en esa película. Me dijo que sabía que iba a hacer una película en Barcelona y que le gustaría participar. Así que todo comenzó con Barcelona y Penélope. Además sabía que quería volver a trabajar con Scarlett. Luego oí que Javier Bardem también estaba interesado. Digamos que poco a poco el proyecto fue tomando forma y escribí la película pensando en esta gente. Y luego confié en mis conocimientos sobre la ciudad. Había estado varias veces en Barcelona a lo largo de mi vida, pero tampoco la conocía tanto. Cuando llegué, el director artístico me llevó a todos estos sitios. Pero todos en el equipo técnico me ayudaron. Me decían que nunca iban a hablar así o que jamás irían a tal restaurante si tuvieran esa edad, y me sugerían otro. Era curioso cómo todos me hacían sugerencias, desde los actores al muchacho que servía el café. Con la ayuda de todos vas construyendo la imagen de que conoces Barcelona, o de que conoces Londres, cuando en realidad no es cierto.

¿Qué opina de la calidad del equipo técnico en España?

[...] Lo difícil es tener un buen guión. Y una vez que tuve un guión decente, el hecho de que nadie hablara inglés no tuvo importancia. En el caso de Penélope y Javier, les estimulé para que improvisaran continuamente. No tenía ni idea de lo que decían. Claramente podía darme cuenta por el lenguaje corporal de que era la escena que había escrito. No eran mis palabras, pero estaban rompiendo la relación, o discutiendo sobre su vida emocional. No supe qué habían dicho en el rodaje hasta que volví a Nueva York y estaba poniendo los subtítulos en la película, y así fue como me enteré de lo que dijeron. No es necesariamente lo que escribí, pero no está mal. Lo importante es tener una historia para contar. Una vez que tienes la historia, todo el mundo puede encontrar su propia forma para contarla.

¿Hubo algo que le sorprendió de trabajar con ellos?

Que se toman a sí mismos muy seriamente. Javier y Penélope son actores muy serios. Y eso siempre me asombra. Como Robert De Niro y otros grandes actores, que son buenos porque se preparan mucho. Lo cierto es que han nacido con ese talento. Son talentosos cuando se levantan por la mañana. Si no se prepararan tanto también harían las cosas maravillosamente bien. La realidad es que nunca ensayé con los actores ni les hablé del argumento ni nada por el estilo. Simplemente llegaba al plato para filmar. Consigo muy buenas interpretaciones con sólo contratar a la gente indicada. Javier y Penélope estaban hablando constantemente sobre el argumento, pero no conmigo. Lo hablaban entre ellos y estaban ensayando todo el tiempo, repitiendo sus diálogos. Me sorprende tanta preparación. Sé que si Javier entrara en este momento en esta habitación podría hacer un papel sin ensayarlo y dejarte con la boca abierta. Lo haría con su carisma habitual, porque es parte de él. Lo mismo vale para Robert De Niro o Jack Nicholson. Es algo habitual en muchos actores.
Por Gabriel Lerman, para "Dirigido Por"

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