Hancock



Egos

Dice Lacan, en su teoría del espejo, que el yo no lo traemos puesto al nacer, tenemos que aprenderlo, igual que tenemos que aprender a decir "gracias" después de que nos dan una chuche y todo lo demás. Por eso, ocurre que si hemos fabricado un "yo" con mucho tesón, también podemos fabricarnos otro que mole más, o pagar una entrada de cine y ponernos el que ya han fabricado para nosotros en Hollywood.


Peter Berg, 2008
Reparto: Will Smith (Hancock), Jason Bateman (Ray), Charlize Theron (Mary), Eddie Marsan (Red), David Mattey (Man Mountain), Maetrix Fitten (Matrix), Thomas Lennon (Mike), Johnny Galecki (Jeremy).
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Ponernos encima el ego de Hancock es un poco menos insoportable que el de otros superhéroes porque Hancock tiene problemas. Por un lado es un borracho que no cae bien a nadie, y por otro lado está solo. Un niño pequeño puede preferir a un Superman invulnerable con la criptonita a buena distancia, porque prefiere verle ganar todas las batallas. Los adultos preferimos a Hancock porque nos vacila menos y porque no nos agobia salvándonos.

La anécdota es que Hancock conoce a un experto en marketing que le enseña a venderse. Conclusión, no somos los que valemos, somos lo que vendemos. También conoce a la chica y descubre que no puede tenerlo todo. ¿Pero, quien querría tenerlo todo si pudiera tener a Charlize Theron? Los dos se pelean como dos enamorados por cosas de parejas. El tono es divertido para una serie en horario de sobremesa, pero no le pega tanto a una historia de superhéroes. Se trata de un hollywood que se va acercando a Disney en el afán de llegar a la cumbre de lo políticamente correcto. Azaroso siglo xxi, se acabaron las doncellas indefensas, el tabaco y los chistes de países.
Alberto Bermejo. Metrópoli: Lo de menos son las catástrofes más bien ridículas que soluciona o propicia el costroso superhéroe, incluso el idealismo desamparado que asume Jason Bateman.

Lo que importa o conmueve o perturba ocasionalmente son los momentos de reconocimiento y de atracción que surgen entre esa pareja imposible en la ficción, atrapada en un fatalismo irresoluble en lo mitológico pero perfectamente reconocible en lo humano, asimilable a un concepto tan romántico y familiar como el de 'ni contigo ni sin ti'.

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