El grito

Takashi Shimizu, 2004
Reparto: Sarah Michelle Gellar (Karen), Jason Behr (Doug), Clea DuVall (Jennifer), Kadee Strickland (Susan), Bill Pullman (Peter), William Mapother (Matthew), Grace Zabriskie (Emma), Rosa Blasi (María), Ted Raimi (Alex), Ryo Ishibashi (Detective Nakagawa).
Guión: Stephen Susco; basado en la película "Ju-on: The grudge" de Takashi Shimizu.
* *
La alucinación

La última moda en el cine de fantasmas es el intimismo. El fantasma nos asusta y nos persigue, pero al final, el pobre no era más que un desgraciado que necesitaba desahogarse un rato. Todos los fantasmas tenían su corazoncito, así que yo pensé que la moda iba a degenerar en amarillismo. Una especie de “El fantasma de Canterville se enamora de la bruja de Blair”, “Fotos íntimas de Freddy Krugger” o algo por el estilo. “El grito” es por completo ajeno a esta moda. Vuelve a la tradición de darnos sustos sin molestarse mucho en explicarnos la tragedia que dio origen al fantasma.

En general, todas las películas de fantasmas aceptan un pacto con el espectador. Un personaje ve al fantasma, otro no lo ve, pero la cámara lo muestra, tal como aparece para el primero. El pacto consiste en que nosotros vemos lo que sólo es una impresión, o bien una alucinación. La osadía de Shimizu consiste en hacer lo contrario. La víctima oye ruídos y huye, pero no ve nada. En cambio, la cámara de seguridad graba el fantasma. La chica no ve esa imagen, la vemos nosotros. Llega a su casa y sube en ascensor, en cada piso vemos por los cristales el mismo niño que se acerca, pero la chica no está mirando a los cristales. El público es el único testigo. Un policía investiga la cámara de seguridad y ve el fantasma. La policía no ofrece un reducto de seguridad, un mundo fiable y lógico.

Todos los que han visto sus otras dos películas le reprochan a Shimizu su descaro fotocopiándose a sí mismo (Mirito, Spaulding, Palacios). A mi, en cambio, casi que me viene bien que me lo repita; no tenía intención de ver las anteriores.
Spaulding: Érase una vez un japonés, con nombre de mascota casera, Shimizu, que un buen día hizo una película de éxito y culto en su tierra. Era una de fantasmas, de esos espectros que no tienen puta manera de conciliar el sueño y que, para calmar su insomnio, tocan los huevos a todos aquellos que frecuentan los lugares que habitaron en vida. A la película la bautizó como The Grudge (La Maldición) y como la aceptaron muy bien y le dio dinerito para poderse comprar manjares suculentos y ropa modernilla, se dijo para sí mismo, como para sus adentros, "voy a hacer una película calcada pero en formato televisivo, filmada en vídeo"...
Enrique Colmena **: buena dosis de inventiva cinematográfica: ese niño espectral que aparece, sucesivamente, a través de las ventanas del ascensor de todos y cada uno de los pisos del edificio de una de las víctimas; esa mujer fantasmal cuya aparición viene precedida inexorablemente por una amenazante melena de pelos reptantes que pone los ídem de punta... Aunque para mi gusto, la mejor es la que combina acertadamente el terror tenebroso con el tecnológico, a través de la cinta de vídeo en la que se materializa la imagen del fantasma.
Mirito Toreiro: Porque de ser estrictos, la cosa debería llamarse La maldición 3, que es exactamente lo que es: la tercera película en menos de dos años realizada por el mismo director, Takashi Shimizu, sobre los mismos temas. Y, claro, tres en poco tiempo es demasiado. Estamos en el reino de la copia, del descaro, de la hiperexplotación de una fórmula de éxito. Y nada más.
Jesus Palacios **: el respeto por el original ha llegado al extremo de que su productor, Sam Raimi, pasara la dirección al propio Shimizu, autor del film japonés, quien ha filmado así, por tercera vez, la misma historia (o cuarta, si consideramos su secuela). [...]¿Hemos vuelto a los tiempos de las dobles versiones, como aquel entrañable Drácula hispano que acompañaba al de Tod Browning?

Rotten Tomatoes: 37% $111m.

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