Críticos

Hoy no me apetece hablar de películas, sino de los que opinan sobre películas. Alguien dirá que también tendré que criticarme a mi mismo, y sería lo justo, pero creo que siempre sería un mal juez, así que le dejo el trabajo a otro.

Empecemos con la pregunta de siempre: ¿qué sentido tiene hablar de una película? El cine debería disfrutarse en la sala y nada más, igual que un caramelo, uno se lo echa en la boca y lo disfruta, no hace falta que vaya por todas partes comentando que sabor tiene la sacarina y como han conseguido la dureza exacta.

El primer problema del cine es que no es un placer “circular” por usar el término de Kundera. Uno puede disfrutar yendo todos los domingos al mismo restaurante, pero no tiene sentido ir todos los domingos a ver la misma película. La crítica serviría de orientación, serviría para decirle a los espectadores a cual deben ir para no equivocarse. Así llegamos al primer problema: las películas aclamadas por la crítica raras veces coinciden con los éxitos de taquilla. Y cuando coinciden todo el mundo se mira asombrado. El espectador que quiere salir a divertirse raras veces elige la película con más estrellas de la Guía del Ocio.

Los críticos han llegado a la conclusión de que ellos son una élite dentro de los espectadores, un grupo mejor formado, capaz de disfrutar y entender cosas que no están al alcance de cualquiera. También creen que el espectador debería hacer el esfuerzo que le lleve a ese mundo superior de deleite. Un problema, llegados a ese punto, es que los críticos no son unánimes, y mientras unos consideran que usted estará a la derecha del padre cuando sea capaz de disfrutar de “2001 una odisea en el espacio”, otros, como Méndez-Leite ya se han desmarcado y afirman que la obra es un tostón y no es necesario sufrir tanto para lucir el título de “entendido en cine.”

Hay críticos que han llegado a hacer un ejercicio de honradez bastante notable añadiendo a sus críticas un sinfín de matices y muletillas, excesos y complicidades que no dejan lugar a dudas sobre lo que están haciendo: hablar de sí mismos. Carlos Boyero, Mr Cranky dan a entender con sus estilos viscerales que no están hablando de la película, sino de la inagotable cadena de emociones que cada director les produce. Uno puede leerlos guiado por un doble interés, o bien el interés por lo que ocurre en la película o bien el interés por lo que le ocurre al crítico. Del primero cabe añadir que no siempre es tan honrado y que si bien empieza hablando sobre su propio juicio, las más de las veces se le va la pinza y se dedica a sermonear.

Tercera posibilidad, el crítico sirve para entender la película, sirve para descubrir valores, lecturas, para analizarla y dar pistas sobre los significados menos obvios. Este tipo de crítico es el que enseña a ver cine. No es necesario que sancione o que alabe; el interés de lo que escribe está en lo que dice, no en la dirección del pulgar.

No hace falta añadir que este último tipo de comentarista es el que busco porque me aporta algo. Los del primer tipo no los soporto. Hay críticos que se limitan a copiar la ficha técnica para añadirle a cada nombre propio un adjetivo escogido, y, a ser posible rimbombante. Fulanito lo hace impecablemente, pero megano es infumable en su interpretación. Bueno, es así porque lo dice él y los demás nos tenemos que callar, él es el entendido. Los de este grupo son aún peores si tienes que aguantarlos en persona.

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