Mar adentro

Alejandro Amenábar, 2004
Reparto: Javier Bardem (Ramón Sampedro), Belén Rueda (Julia), Lola Dueñas (Rosa), Mabel Rivera (Manuela), Celso Bugallo (José), Clara Segura (Gené), Joan Dalmau (Joaquín), Alberto Jiménez (Germán), Tamar Novas (Javi), Francesc Garrido (Marc).
Guión: Alejandro Amenábar y Mateo Gil.
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Un clásico

Juan Rulfo decía que en el fondo no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte; ya se han escrito todos los argumentos posibles, y sólo cabe la originalidad mezclando géneros y dosis. Pero lo cierto es que “Mar adentro” me parece una película profundamente original y que arranca notas que nunca había oído a esos tres temas básicos.

Ramón Sanpedro, tetrapléjico desde 1968 lleva encerrado en su habitación 26 años cuando decide emprender una batalla legal que le permita cumplir su deseo de suicidarse. Julia es la abogada que lleva su caso y sufre también una enfermedad irreversible, por eso lo entiende. Sanpedro acude a la televisión y a la prensa para conseguir el apoyo que necesita en su caso. Así es como conoce a Rosa, una madre soltera, quizá frustrada, que empieza a visitarlo y encuentra en él una razón para vivir.

Todas las personas que rodean a Ramón lo quieren, pero de dos maneras distintas. Su hermano mayor, por ejemplo, no acepta con su terquedad que pueda suicidarse, igual que el sacerdote tetrapléjico que quiere disuadirlo de su empeño y que protagoniza la escena más cómica de la obra. En su casa vive también su cuñada que lo cuida con abnegación, su padre y su sobrino que discuten continuamente. Ellos no entienden que quiera morirse, pero lo aceptan. Esa es la decisión de Ramón.

Rosa es una mujer de pueblo que comienza su relación con Ramón con una bronca. “No me juzgues” le dice él. No tiene derecho a juzgarlo, pero en realidad, lo que Ramón le pide a Rosa es un esfuerzo mucho mayor; un esfuerzo que también le pide al público. Lo que Ramón plantea es que amarlo no significa protegerlo, amarlo significa respetarlo, respetar su voluntad, sea cual sea. Y puesto que él no puede hacerlo, amarlo significa ayudarlo, ayudarlo a morir.

La película arranca las risas del espectador a cada momento porque la situación del protagonista es paradójica. Su deseo de morir, su imposibilidad de amar no son motivo de tragedia, su única tragedia es no poder ponerle fin. “No sabía que fumaras” “a veces, a ver si me mata, pero ni por esas.”

Muchas películas de amor proponen un sacrificio. El amante puede ofrecer incluso su propia vida por salvar al ser amado. “Mar adentro” va más lejos porque nos propone como sacrificio destruir aquello que uno ama.

Estilísticamente Amenábar explora todos los recursos cinematográficos como un niño en una confitería. En “Mar adentro” utiliza magistralmente los tiempos narrativos. Le gusta demorarse en los detalles de un diálogo, de la pequeña habitación de Ramón, en la cocina o en una tarea doméstica. Por otro lado hay momentos en que le gusta subir la música y contar en lo que dura una canción muchas historias que no necesitan texto y que cuentan cosas emotivas de los personajes. Hay secuencias de este estilo distribuidas a lo largo de la película que concentran un grado de emoción inimaginable. Rosa, en su programa de radio dedica una canción a Ramón, y mientras suena vemos su vida, el romance de Gené y a Ramón. La misma mezcla de tiempos cuando escribe una carta a Julia, la abogada, que se recupera en el hospital, o cuando pone a nieto y abuelo a transformar su silla de ruedas. El modo de resolver el episodio de su accidente sólo lo pudo pensar un genio: Ramón explica lo que ocurrió para la grabadora de Julia, pero no escuchamos la voz de Ramón, escuchamos la voz grabada que Julia escucha mas tarde, de noche, en su cuarto, a la vez que se intercalan imágenes del accidente, reflexiones sobre la vida, y es el propio Ramón quien las escucha, porque, desde su cama, inmóvil, puede oír la grabación. Ramón es el protagonista, el narrador, y también el oyente.

Como acaba de estrenarse hay muchos críticos que le niegan el lugar que le corresponde; es algo inevitable que le ocurre a todas las novedades. Pero cuando el tiempo la convierta en un referente y nos cansemos de discutirla ocupará su lugar. Yo les recomiendo que vayan a verla, y que vayan ahora. Siempre podrán presumir de haber ido al estreno de un clásico, en vez de tener que esperar a que otros nos digan que lo fue.

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Fernando Méndez-Leite @@@@@:El director de ‘Tesis’ se aleja en las apariencias de su filmografía anterior pero conserva su interés por los temas relacionados con los límites entre la vida y la muerte, entre la ensoñación y la vigilia, y mantiene también su concepción cinematográfica basada en la elaboración de una dramaturgia compleja y en la transparencia expresiva de su puesta en escena.
Amenábar ha sembrado de piedras amenazantes su camino y las ha salvado todas. En primer lugar ha huido del ternurismo y del panfleto propagandístico, ha rodeado con astucia las líneas del melodrama recurriendo al humor realista que le sugerían personajes y situaciones y ha creado un microcosmos -el mundo que rodea a ese hombre inmovilizado en su cama- concediendo a cada una de las personas que lo componen un peso dramático similar al del protagonista, sin restar a éste la batuta de esa orquesta de dolores diversos, de puntos de vista propios tanto sobre el drama de Sampedro como de sus respectivos conflictos.
La película está medida al segundo, sus giros aparecen en el momento en que el espectador los reclama inconscientemente, las sensaciones se producen con extraordinaria puntualidad.
Enrique Colmena *****: Es difícil encontrar una pareja romántica tan atípica, pero aún más complicado es encontrar a alguien que, como Amenábar, sepa dar esa relación con tan pocos elementos.
Mirito Torreiro (Fotogramas) ***: El resultado es un film que juega con endiablada habilidad con la emotividad del espectador, a quien a veces empuja al llanto, otras a la sonrisa y hasta al triunfo vicarial sobre un enemigo poderoso (es esa la función de Pou en el film), aunque en ocasiones (el final, sin ir más lejos) descompensado por el cálculo y el deslizamiento hacia la facilidad: el mostrar a Sampedro como un héroe sin fisuras favorece la identificación del público, pero se da de tortas con una dramaturgia rigurosa.
El suicidio en la prensa
El testamento de Ramón
Ramona Maneiro que en la película es Rosa.

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