El séptimo día

Juan Diego (Antonio), José Luis Gómez (Emilio), José García (José), Victoria Abril (Luciana), Yohana Cobo (Isabel), Eulalia Ramón (Carmen), Ramón Fontserè (Jerónimo), Carlos Hipólito (El tonto), Oriol Vila (Chino), Juan Sanz (Amadeo), Ana Wagener (Ángela), Elia Galera (Clara), Carlos kaniowsky (Raúl), Antonio de la Torre (Cabo guardia civil), Joaquín Notario (Sargento guardia civil), Irene Escolar (Antonia), Alejandra Lozano (Encarnación), Lilla Annechino (Luciana joven).
Guión: Ray Loriga.
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Inverosimil

El 26 de agosto de 1990, poco después de las 10 de la noche, Antonio y Emilio Izquierdo, de 53 y 58 años, asesinaron con sus escopetas de caza a nueve personas y dejaron mal heridas a otras seis en Puerto Hurraco, una localidad de Badajoz de doscientos habitantes. Buscaban a los miembros de la familia Cabanillas, mataron a las dos niñas, de 12 y 14 años, pero también a cuantos se cruzaron en su camino.

Era el colofón de una reyerta que arrastraban ambas familias desde hacía treinta años por una discusión sobre los lindes de sus tierras; en 1967 se agravó cuando Amadeo Cabanillas deshonró a Luciana Izquierdo dejándola plantada. Ella no lo olvidaría. Otro pariente de los Izquierdo mató a Amadeo y pagó su crimen en la carcel. Los Cabanillas quemaron la casa de los Izquierdo; aunque este punto no está aclarado; y los Izquierdo se vieron obligados a irse del pueblo. En el incendio murió la madre de los Izquierdo.

"El séptimo día" es la historia de una venganza que se va cocinando durante treinta años. Shakespeare dedica tres horas a contarnos las vacilaciones del joven Hamlet antes de entregarse a su destino y vengar la muerte de su padre. Menos derrochador, más contenido, Loriga ha descubierto que la inspiración de este crimen múltiple se fraguó durante el degüello y posterior desplume de una gallina. Saura había anunciado que se iban a limitar a narrar los hechos sin añadir retórica; lo que no había dicho es que nos iba a explicar el drama de semejante odio con dos escenas familiares en la oscuridad de sus casas y que el resto de la película lo iba a dedicar a mostrarnos a las niñas bailando las canciones de Mecano; o que la historia la iba a narrar la niña que sobrevivió a los tiros y que estaba más pendiente de contarnos sus primer amor de verano que de ponernos la piel de gallina preparándonos para lo que se les iba a venir encima.

En general me ocurre con las películas que veo lo contrario de lo que ocurre con “El séptimo día”. Me resulta muy fácil creérmelas. Sólo tengo que aceptar las premisas y puedo creer durante dos horas que los trasgos y los Orcos existen, o que se puede prededir el futuro. Sin embargo, la tragedia de Puerto Hurraco, que toda la prensa divulgo sin descanso, me resulta completamente irreal con las imágenes de Saura. Sé perfectamente que la matanza ocurrió, y que las dos niñas yacían en la calle. Pero es que no pudieron matarlas esos dos campesinos que cultivaban cebada porque no tenían para llegar a fin de més, ni pudieron azuzarles esas dos hermanas que hablan dos frases para decir lo de “si no estas dispuesto a matar no eres nada”. Me resulta mucho más fácil creerme un viaje en el tiempo de Zemeckis, que quieren que les diga.

Lo que Saura sabe es la ligazón que las imágenes tienen con la música. Y la violencia de cada tragedia va narrada con zapateados y flamenco que ya quisieran poder usar en Hollywood, en vez de sus partituras de chirridos. Sólo la música salva la película del cero.
Méndez-Leite (@@@@@) La película está tan llena de cosas que permite un análisis extenso y profundo, imposible de resolver en este espacio. Pero baste decir que Saura consigue meter al espectador en un macabro carrusel de violencia moral y física que desencadena en las primeras secuencias para adquirir dimensiones de gran tragedia en la matanza final.

Fotogramas (*****): Guionista y director cuentan su particular matanza de Puerto Hurraco desde la perspectiva de una víctima colateral, una adolescente llena de vida que observa los hechos desde una mentalidad ajena a los oscuros motivos que ocasionaron la masacre. [...] Saura inventa bellísimas y áridas imágenes con la colaboración de François Lartigue y el decorador Rafael Palmero, y que pocas veces una película llega a sobrecoger con tanta veracidad, con tanto teatro y con tanta fuerza.

Francisco Marinero *** Hay un tratamiento estético de tragedia lorquiana y otro de casi comedia costumbrista para definir a los dos grupos de protagonistas o a las dos sociedades opuestas: la primitivamente violenta y la que se moderniza.

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