Un gangster para un milagro

"A pocketful of miracles"
Frank Capra, 1961
Reparto: Glenn Ford (Dave, el Dandy, Conway) Bette Davis (Annie Manzanas) Hope Lange (Elizabeth 'Queenie' Martin) Arthur O'Connell (Conde Vitorio Romolo –Conde Alfonso Romero) Peter Falk (Alegre –Joy Boy) Thomas Mitchell (George Manville) Edward Everett Horton (Hutchins) Mickey Shaughnessy (Gobernador) Sheldon Leonard (Steve Darcey) Peter Mann (Carlos Romero –Carlos Romolo) Ann-Margret (Louise)
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No apta para paranoicos

Annie es una mendiga de Nueva York, las manzanas que vende le dan suerte a un gangster. ¿Por qué le dan tanta suerte? Porque las propinas del gangster sirven para una buena acción. Annie paga con las propinas los estudios de su hija que esta interna en un convento italiano.

La realidad es completamente ajena a esta lógica. Usted ayuda a una anciana a cruzar la calle y al llegar al otro lado lo arrolla un camión, podría ocurrir perfectamente, aunque en cine sería una canallada del director. El mundo tiene una lógica y el cine tiene otra, porque el cine es una creación y tiene un autor. (Para muchos creyentes, la vida también es una creación, una película con premios y castigos).

El cine no funciona con las reglas del mundo que suele ser arbitrario, sino con las reglas de la conciencia que une las cosas y cree en consecuencias. Una película perfectamente realista es imposible a menos que estemos hablando de la grabación de una de las cámaras de seguridad de un banco. El creador es bueno cuando crea, no cuando se somete a lo que ve, sino cuando es capaz de expresar algo que él lleva dentro a través de las imágenes que recoge fuera.

En “Un gangster para un milagro,” Capra hace un pacto con el espectador. Nos pide que creamos que la suerte de David el Dandy viene de su bondad con una mendiga. David lo cree, y por eso hace todo lo que está en su mano para ayudar a la mendiga y a su hija. Pero no es la única persona que hace algo por ofrecer esa felicidad. Todos los mendigos colaboran y al final, incluso los políticos de la ciudad se prestan a hacer una representación sólo a cambio de sentirse bien con sus conciencias. Y lo que es más importante, Capra ha convencido al espectador para que también se sume a estas almas y ponga de su parte para mantener la función.

Lo que Capra ha conseguido, a lo largo de dos horas es que miles de personas sientan lo mismo, el deseo de hacer feliz a una joven que quiere casarse con un conde. Las autoridades dicen que se sienten mejor después de ayudar, el gangster se reforma, los mendigos son felices. Y yo me los creo.

Sin embargo “Un gangster para un milagro” no tuvo éxito. Capra le resulta acaramelado a mucha gente. No nos molesta que sea irreal, sino que invente un interior honrado. Por otro lado películas como “La mano que mece la cuna”, o “La comunidad” no tienen problemas con el público. Nos invitan a imaginar lo que ocurriría en una situación horrible con una niñera psicópata, o un grupo de vecinos conchabados para matarnos. Lo cual es aún más increíble.

¿Por qué esas otras irrealidades no tienen problemas con el público? Porque preferimos imaginar esas cosas. Que la policía esta vendida a un gangster y va a colaborar para que nos eliminen, que un hospital quiere vender nuestros órganos cuando aún estamos bien de salud, que un vecino quiere asesinar a nuestra familia.

Cualquier fantasía paranoica no tiene que enfrentarse con el juicio crítico del público. Si dices que el creador ha inventado un mundo exagerado con tanto malo te dicen que estas ciego. Si el creador inventa un mundo de bondad y quieres creértelo durante una hora, resultas acaramelado... No lo entiendo. (O sí. Creo que el agente Smith tenía razón en lo que le dijo confidencialmente a Morfeo).

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