Men in black: International

F Gary Gray 2019 Guión: Matt Holloway Chris Hemsworth (Henry / Agente H) Tessa Thompson (Molly Wright / Agente M) Kumail Nanjiani (Pawny) Liam Neeson (High T) Rafe Spall (Agente C) Rebecca Ferguson (Riza Stavros) Laurent y Larry Bourgeois (Los mellizos) Emma Thompson (Agente O) Tim Blaney (Frank el Pug) Sérgio Mallandro (él mismo) Pakorn Chatborirak (hombre de blanco)
Secuaces

Men in Black es cine de sorpresas y de sustos, de marcianos, armas de destrucción masiva, carreras contra la muerte, etc. Pero contada por personajes que lleva años haciendo lo mismo y ya se aburren de tanta pirotecnia, que es, poco más o menos como se siente el espectador del siglo XXI en la tienda de baratijas de los efectos visuales digitales, o CGI, cuando entra en una sala y decide darle sus nueve, diez euros a uno u otro vendedor de alfombras persas. Los protagonistas de la película tienen cara de poker, de “bah, eso ya lo he visto mil veces”. Las persecuciones, las explosiones y las peleas en las que los héroes se juegan la vida ya no tienen gracia. La gracia está en que están hastiados y en que pasan de todo.

"Planting y payoff" es un concepto que me enseñaron en un curso de guión, y me gusta mucho en el cine. Chejov lo explicaba a su manera: “si aparece un clavo en el primer acto, ese clavo tiene que servir para que el protagonista se ahorque en el tercero”. Y es un placer cuando están bien colocados. Significa que al guionista (mi héroe) no se le pasa nada, y también significa, que reescribió el primer acto para cuadrar una escena del tercero. Pero, volviendo a la película, hay buenos plantings. Son los secundarios.

Los secundarios de la película son marcianos y ayudan a los hombres de negro, o bien, hombres y mujeres de negro, a salirse con la suya, y a que triunfe el bien, y todo lo demás. Pero son especiales. Porque tienen más sorpresas que los protagonistas, que están hastiados, como ya comentaba, están de vuelta de todo. Son especiales porque no tienen vida, viven para entregarse a una causa, o a una lealtad que les pide otro. Y me gustan porque creo que la mayoría de las personas que conozco son secundarios, esperando a ver a qué malo hay que cruzarle la cara, en vez de ser protagonistas decidiendo cuál es la bandera y cuál es la capa de torero falsa con la que nos engañan. Y esos esbirros fieles hasta la muerte son buenas creaciones en “Men in Black”, mejores que los dos protagonistas antagónicos de la “Buddy movie”. Así que me fui contento de la película. Me gustó y no sé qué cable se le ha cruzado a toda la crítica para ponerla verde. Yo creo que los críticos son como los esbirros de “Men in Black”, que oyen que hay que zurrar a tal director y allá que van todos. Nada que ver con la protagonista, que busca y busca, debajo de cada piedra hasta que descubre la verdad.
Luis Martínez. Metrópoli. La cursiva hace que nos fijemos en la arbitrariedad de una palabra. Un pato escrito en redonda hace cua. Sin embargo, la palabra pato (así, en bastardilla) no dice ni pío. Es más, ni siquiera pide pan. Digamos que el gran logro de la trilogía entera de Men in Black desde 1997 hasta 2012 había consistido en hacer callar a las maneras siempre estridentes del blockbuster. Sobre el enésimo cómic de Marvel, la idea era jugar a mezclar géneros, cambiar a los personajes de sitio y mezclar sin pudor el ruido con las nueces. Sí, era película de entretenimiento sin más, pero, y esto es lo que contaba, en cursiva. No hacía falta echarle pan. Ya comía ella sola. Sonnenfeld, el director de todas las anteriores y quizá inspirado por su trabajo de fotógrafo a las órdenes de los siempre irónicos y muy cursivos hermanos Coen, lo sabía bien. Pues bien, alguien se olvidó de explicarle de qué iba todo esto al nuevo director, F. Gary Gray.
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